Henrietum el duende


Cabizbajo el duende vagaba solo por un paisaje compuesto por dos tercios de traiciones y cinco octavos de desastres diurnos, el resto..el resto era pura lujuria.

El duende, que respondia al nombre de Henrietum, encontraba particularmente entrañable el color acartonado de esos ojos que casi sin querer y otro tanto sin necesitar habia divisado en la escollera artificial que dividia el presente del pasado.

De alguna forma ,Henrietum el duende, encontro la forma de divisar dia a dia esos ojos misteriosos. El plan era simple, no implicaba mayores esfuerzos, de por si la simplicidad del mismo dependia en gran medida de la condicion generica de Henrietum, ya que todos saben que los duendes son exitosos en aquello en lo que los demas fracasan.

Asi las cosas, nuestro duende pacientemente espero el momento indicado a la vera del cielo, y mientras lo hacia cantaba la cancion de su comarca.


Hipsa joy , hipsa joy no hay misterio sin amor

Hipsa joy, hipsa joy no hay dolor sin pasion

Soy un duende muy travieso que recorre el partenon

Soy el duende viejo que nace con cada nuevo sol.


Esuchen mi voz, hipsa joy hipsa joy

escuchen mi voz, hipsa joy hipsa joy


LLegada la hora justa, Henrietum se paro al borde del peñasco mas temido por los eres bajos, y simplemente salto, y cayó, y cayó. Hsta que de repente su caida se detuvo, y apareció colgado de una estrella, la mas perfecta, la mas antigua.


Y asi Henrietum el duende pudo ver los ojos acartonados sin la necesidad de delatar sus deseos.

1 comentario:

Sabrina Konz dijo...

"Hipsa joy"

Qué lindas palabras mágicas!
Qué mágico relato.